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Concurso Literario Navideño

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Dead Space 2 por Juanigna

Me despierto y empiezo a tomar conciencia lentamente. Los párpados me pesan como si fueran de plomo y
por el esfuerzo percibo un leve dolor de cabeza. Mis ojos se mecen de un lado a otro buscando el centro y de a
poco recupero el enfoque, puesto en el techo manchado. Me incorporo sin saber donde estoy ni que día u hora
es, como si hubiera aparecido ahí de la nada. Siento una brisa de aire intentando despabilarme hasta que en
un instante el cerebro vuelve a enchufarse y tomar dimensión de la realidad. Rebobino mentalmente y se me
aceleran las pulsaciones al límite; no es para menos.
Mi nombre es John Isaac McLane, y sí, a mis padres les gustaban las películas clásicas de acción.
La última vez que estuve despierto fue hace casi 12 horas, pero parece como si hubiera estado postrado una
semana entera. Por fin los ruidos no me atormentan. El silencio dentro y fuera de la habitación me relaja pero
por dentro trato de escuchar para ver si no hay algo más.

Capítulo 2: Aconteceres

Hace apenas unas horas viajaba de regreso a la tierra con Ellie, una sobreviviente como yo de la catástrofe
en El Eje. Ella no sabía lo que sufrí anteriormente y dudo que fuese creíble a esa altura, pero la paranoia me
perseguía en esa escena final, en ese deja vù al escapar en la cápsula.
Finalmente logré tranquilizarme y trazar una idea o plan que me ayudara a reconstruir mi vida si es que a
esa altura era posible. Decidimos exponernos lo más posible, hacernos públicos como seguro de vida ante la
posibilidad de que vayan a tomar represalias por la destrucción de la Efigie y la colonia entera. Sin embargo,
antes de entrar en órbita terrestre el Comando Lunar tomó nota de nuestra presencia y un par de naves
nos escoltaron no tan amablemente hacia la nave apostada sobre el lado oscuro de la luna. Nuestro plan se
desmoronaba con la fuerza que imponían esos cañones en nuestras espaldas.
Ya presos y frente a los mismos facinerosos culpables de todo, pensé que todo había terminado y no había
vuelta atrás. Relaté todo lo sucedido ante la mirada incrédula de los pseudo-religiosos, que no podían creer
que una mujer y un ingeniero fueran capaces de desencadenar semejantes acontecimientos. Aún más
impresionados estaban de que fuera la segunda vez para mí. Sin embargo, algo no era como yo me imaginaba;
el capitán de la nave (por lo menos eso indicaban la cantidad de chapitas en su saco), ordenó nuestra liberación
y nos mandaron directamente a una especie de sala de reuniones. Nos dejaron solos un momento e intenté un
tirito final con Ellie, pero no resultó, estaba con el asunto.
Luego se nos presentaron un par de personas y todo cambió: el Comando Lunar escondía detrás de la fachada
gubernamental a uno de los últimos grupos opositores a la Uniología. Yo en ese momento era el Gordon
Freeman que necesitaban para su última misión suicida; y si, soy fanático del Half-Life.
Mientras un grupo de militantes trataba de convencerme para que participe en su cruzada, yo analizaba el
trasfondo de lo que planteaban. Luego de la desaparición de la colonia del Eje, junto con el rescatado USG
Ishimura, la versión oficial no pudo tapar la realidad de los hechos: las Efigies alienígenas existían, y eran
poderosas. El último manotazo de ahogado de la Uniología se fundaba en la dominación del poder dentro de
las Efigies, bajo la promesa de un salto cuantitativo y cualitativo en el desarrollo de la humanidad. Mi misión
entonces, sería mostrarles hasta donde llegaría su cambio evolutivo y cortarlo en sus narices como lo hiciera
con los necromorfos, a cortadora-de-plasma*upgradeada limpia.
Haciendo un salto en el racconto, acepté trabajar para ellos después de imponer condiciones y conocer los
detalles de los posibles finales que depararía mi accionar; y si bien me gusta trabajar solo, mi nueva compañera
estaba dispuesta a cobrar venganza por lo que había sufrido y llegar hasta las últimas consecuencias (las
mismas consecuencias a las que quería llegar yo después de la misión, obviamente). La tarea: destruir la última
reliquia alienígena encontrada, tal como lo hiciera con la del USG Ishimura, pero esta vez documentando todo a
mi paso para exponer y aniquilar de una vez por todas a ese grupo de locos y sus demencias religiosas, es decir,
escracharlos. ¿Donde? En la Sede Mundial de la Uniología, emplazada en el mismísimo planeta Tierra, más
precisamente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Capítulo 3: El principio del fin

Camuflados, logramos infiltrarnos cerca de las instalaciones científicas dentro del inmenso complejo. Más
adelante, un cómplice dentro del personal nos dio pases para la mayoría de las secciones.
Empezamos a indagar sobre el edificio y conectado a una de las centrales de vigilancia, delimité los posibles
lugares donde se podría encontrar la Efigie, cosa sencilla dado el tamaño. Todo iba según lo planeado hasta
que sonó aquella ensordecedora alarma. El error humano se hizo presente, por tercera vez. Los eventos que
ocurrieran antes en el USG Ishimura y la ciudadela de El Eje iban a repetirse en la Tierra, pero la escala de
daños iba a ser exponencialmente mayor.
En un último intento por salvarse, los cabecillas científicos aíslan el complejo y para variar solo quedamos
adentro los mismos de siempre: los científicos que no alcanzaron a salir, algunos cocineros, guardaespaldas
y marines, todos ansiosos por transformarse en necromorfos, corriendo como locos y tirando tiros a lo pavo;
también estábamos Ellie y Yo, la Efigie y sí, también los necromorfos.
Sabiendo que era lo que había que hacer, solo nos quedó una cosa por hacer. En la entrada habíamos dejado
amochados unos bolsos con todo lo que necesitaríamos en caso de emergencia. Es así que me calcé una vez
más mi traje, acomodé la cámara por encima de mi hombro y tomé nuevamente la cortadora de plasma.
Una incesante sensación de angustia, emoción y desenfreno me invadió al cerrarse la escafandra, la misma que
me acompaña desde la última batalla. Ellie en cambio, aprovechó su estadía en la base lunar para abastecerse
de una ametralladora con lanzagranadas y hacerse un shortcito+topcito a lo Lara Croft que le quedaba muy
lindo.
Salimos de la primera habitación sabiendo que nos aguardaba un largo camino. Aparecían monstruos por
doquier, incluso mutando en formas que no había enfrentado antes. Solo atinaba a cercenar sus extremidades
y terminar con un headcut. Conforme íbamos avanzando hacia el centro del complejo las habitaciones se
hacían más pequeñas y peligrosas, en ocasiones hubiera perecido de no ser por el traje. Las batallas se volvían
cada vez más épicas: corridas por los pasillos, tiros a las extremidades que fallaban, cargas de plasma que no
entraban en la pistola, balazos de ametralladora salvando sobre la hora, el lanzagranadas abriéndonos paso en
los amontonamientos, tachos explosivos… los pisotones a la cabeza como el toque de gracia ante los spitters
que se arrastraban ya masacrados e indefensos como Bulldozer ante la suela de Sandy Bridge.
Los detalles sobre los combates pasan por mi mente, vívidos y realistas. Sin embargo, al acercarnos al centro
del conflicto y coincidente con el sitio donde se encuentra la Efigie, una sensación rara se apodera de mí. Es
como si de repente todo se difuminara e imágenes de cosas pasadas se sucedieran en mi cabeza. Tenebrosos
escenarios dentro del Ishimura, ya lejos en mi recuerdo, lugares dentro de la ciudadela más cerca en el tiempo,
monstruos de todo tipo, ruidos escalofriantes, escapes y matanzas, como conocí a Ellie, Nicole… es como si
estuviera rebobinando desde 3 años hacia aquí.

Capítulo 4: Un nuevo despertar

De pronto todo se hace más claro, mucho más claro. Una luz enceguecedora me quita la imagen del techo. No
es la Efigie, parece más un foco incandescente de 60 watts. Finalmente despierto luego de casi 12 horas. Por
fin los ruidos no me atormentan. El perro y el gallo dejan de hacer ruido en una charla de sordos. El silencio
dentro y fuera de la habitación me relaja pero por dentro trato de escuchar para ver si no hay algo más. La
ensordecedora alarma ya no suena, síntoma de que lo peor ya ha pasado y estoy listo para comenzar de nuevo.
La brisa de aire sigue intentando despabilarme, aunque ahora puedo divisar la fuente, ese ventilador con
chirrido a cooler de ochenta milímetros con los bujes gastados.
En un instante el cerebro vuelve a enchufarse y tomar dimensión de la realidad. Rebobino mentalmente y
se me aceleran las pulsaciones al límite; no es para menos, es el sentimiento de culpa por la resaca mezcla
de haber hecho una maratón de Dead Space 2 acompañado de un par de jarras de fernet. Eso y mi novia
mirándome con cara de pocos amigos al lado del interruptor de la luz luego de escapar a varios intentos míos
de apriete mientras dormía… y sí, me gusta rematar los chistes así. Hasta la próxima resaca.

 

A continuacion lean el Segundo Puesto, Detroid en Llamas por Xeesheava

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