Por Adrián Lasso, vicepresidente y responsable de innovación, Baufest. Los consumidores están cada vez más en contacto con dispositivos que permiten ampliar la presencia de las empresas, establecer nuevos puntos de contacto con sus clientes y crear otros modelos de negocio. Hace unos años era imposible pensar en un calzado deportivo con sensores de movimiento o automóviles con sistemas de prevención de accidentes. Con la tendencia de los wearables e Internet de las cosas (IoT) los casos se multiplican y existe un elemento común e imperceptible en todos: el software. Para diseñar y desarrollar cualquier producto o servicio –entre ellos el software–, que se adapte a las necesidades de los usuarios hay que conocer sus gustos y deseos, investigar, observar y ponerse en sus zapatos. Este panorama genera nuevos desafíos para las áreas de Tecnologías de la Información (TI), que son las que normalmente desarrollan los productos de software de la compañía y tradicionalmente son consideradas y medidas como centros de costos. En este cambio de paradigma tienen que colaborar con los sectores del negocio que trabajan en contacto con el cliente o con aquellos que estudian el mercado para brindar soluciones innovadoras. Para dar respuesta a esta problemática muchas empresas cuentan con áreas de desarrollo de software especializadas en productos innovadores. Otras prefieren contratar proveedores focalizados en investigación de consumidores y en el diseño e interacción con los mismos. También existe la posibilidad de incorporar prácticas que permitan entender y conocer al usuario. Una metodología que comenzó a tomar protagonismo en los últimos años es el Design thinking. Basada en los modelos de trabajo de los diseñadores de producto, su objetivo es entender las necesidades reales de los usuarios y generar soluciones innovadoras. El Design thinking empezó a desarrollarse de forma teórica en la Universidad de Stanford, en California (EE.UU.) en los años 70. Su primera aplicación con fines de lucro la realizó la consultora de diseño IDEO, quien hoy en es su principal precursora. Según Tim Brown, CEO de IDEO, el Design Thinking “es una disciplina que usa la sensibilidad y métodos de los diseñadores para hacer coincidir las necesidades de las personas con lo que es tecnológicamente factible y con lo que una estrategia viable de negocios puede convertir en valor para el cliente, así como en una gran oportunidad para el mercado”. Utilizar esta metodología está revolucionando el desarrollo de software, entre otras áreas. El objetivo es incrementar la percepción de valor de una marca a través de ese componente casi imperceptible pero fundamental de cualquier dispositivo, la nueva puerta de acceso a través de la cual las empresas entran en contacto con sus usuarios. Hoy, más que nunca, entender al cliente, sus necesidades y deseos, incluso los inconscientes, es la forma de generar un impacto positivo en ellos y en las marcas que están detrás de cada solución. Hacerlo de la manera correcta con interfaces atractivas y pensadas para brindar funcionalidades sencillas de utilizar, es clave para brindar una experiencia de usuario completa.
Acerca de Baufest
Empresa internacional de origen argentino proveedora de servicios y soluciones de IT, Baufest cuenta con seis oficinas distribuidas en Argentina, México, Estados Unidos y España. Con más de 20 años de trayectoria y una estructura de más de 350 empleados, acumula más de 1.000 proyectos innovadores de soluciones de negocio para más de 200 empresas líderes en 50 países. Baufest es una de las cinco empresas de desarrollo de software con mayor facturación en Argentina de acuerdo al informe de mercado que elabora IDC, es reconocida como uno de los proveedores de servicios de IT con mejor imagen, según el ranking de la revista Information Technology, y fue distinguida por la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos de Argentina (CESSI) y la Fundación Sadosky con el premio Sadosky a la Trayectoria Empresaria 2011. Además, en julio de 2013 recibió la calificación Investment Grade otorgada por la agencia de riesgos Standard & Poor’s, un reconocimiento que coronó dos décadas de dedicación y trabajo intenso.