Ubisoft ha decidido llevar una de sus franquicias más queridas a los dispositivos móviles con Prince of Persia: The Lost Crown Mobile. Y el resultado sorprende no por su ambición, sino por su ejecución. En un mercado saturado de juegos móviles con microtransacciones invasivas, diseños genéricos y poca alma, The Lost Crown se alza como una experiencia de acción y exploración bien pensada, gráficamente cuidada y, sobre todo, respetuosa con el legado que representa.
La versión móvil incorpora una serie de funciones de calidad de vida pensadas para optimizar la experiencia en pantallas táctiles. Entre ellas se destacan el uso automático de pociones cuando la salud es baja y el auto-parry al permanecer quieto, facilitando el combate sin necesidad de una precisión constante. También incluye la opción de ralentizar el tiempo, ideal para secciones de plataformas complejas o enfrentamientos exigentes.
Los controles son completamente personalizables, tanto para pantalla táctil como para mandos externos, y se mantienen todas las funciones de accesibilidad del juego original, como el modo guiado o el alto contraste. Además, el sistema “Ojo del Errante” permite tomar capturas y anclarlas al mapa, lo que resulta muy útil para recordar zonas con secretos pendientes. Estas mejoras, en conjunto, hacen que la experiencia móvil sea más fluida, accesible y disfrutable para todos.
Sargon, el nuevo rostro de una vieja leyenda
El protagonista, Sargon, no solo toma el relevo del icónico Príncipe, sino que lo hace con carisma propio. Su historia está cargada de elementos mitológicos persas, conflictos personales y decisiones que lo definen más allá del combate. Aunque la narrativa por momentos se enreda en sus propios giros, logra sostener una aventura intensa y coherente, que invita tanto a explorar como a combatir.
El título adopta una estructura tipo Metroidvania, desafiando a pensar y dominar su entorno. Saltos precisos, caminos alternativos y combates vertiginosos marcan el pulso de una experiencia que se siente dinámica y gratificante.

Controles adaptados con inteligencia
El paso a pantallas táctiles es uno de los desafíos más grandes para cualquier título de acción, y Ubisoft ha hecho los deberes. Los controles virtuales funcionan con sorprendente precisión, y las opciones de personalización ayudan a que cada jugador se sienta cómodo. Además, el soporte para mandos físicos como el DualSense es un acierto rotundo para quienes buscan una experiencia más tradicional.
Las mecánicas móviles, como el auto-parry o la curación automática, lejos de simplificar en exceso, ayudan a reducir frustraciones sin quitarle profundidad al juego. Se nota que no se trata de una adaptación apresurada, sino de una experiencia pensada desde cero para el formato móvil.
Rinde sin sacrificar demasiado
Si bien es cierto que gráficamente no alcanza los niveles de sus versiones de consola o PC, The Lost Crown mantiene un estilo artístico vibrante y fluido que brilla en las pantallas de los smartphones modernos. Corre a 60 FPS estables incluso en modelos de generaciones anteriores, y logra optimizar el consumo de batería sin sacrificar rendimiento.
Ubisoft también tomó decisiones inteligentes en cuanto a almacenamiento: el tamaño del archivo es reducido, lo cual lo hace mucho más accesible sin perder lo esencial.

Un juego móvil que respeta al jugador
En tiempos donde lo común son los sistemas de monetización agresiva, este Prince of Persia destaca por su modelo honesto. Se paga una vez y se juega completo. Sin anuncios, sin esperas forzadas, sin cajas de botín. Además, cuenta con opciones de accesibilidad poco comunes en este formato, como el ajuste de velocidad, dashes extendidos y saltos de secciones difíciles.
Poder jugarlo sin conexión, junto a la opción de guardar en la nube, completa una propuesta robusta y bien cuidada.
Jugamos al Prince of Persia: The Lost Crown Mobile con el Galaxy S23 FE
La llegada de Prince of Persia: The Lost Crown a dispositivos móviles supone una excelente oportunidad para poner a prueba el rendimiento del Samsung Galaxy S23 FE. Es un modelo que combina hardware potente con un precio competitivo. Con su pantalla Dynamic AMOLED 2X de 6.4 pulgadas y tasa de refresco de 120 Hz, el S23 FE ofrece una experiencia visual nítida y fluida, ideal para juegos de acción como este. El modelo con Exynos 2200 y 8 GB de RAM logra ejecutar el título con soltura en configuraciones medias o altas, aunque tras unos minutos de juego sostenido, puede notarse una caída en el rendimiento debido a la gestión térmica limitada del equipo.
A pesar de este detalle, el Galaxy S23 FE destaca por su calidad de audio gracias a sus altavoces estéreo, su batería de 4.500 mAh que rinde bien durante sesiones prolongadas, y la respuesta táctil precisa, que se complementa perfectamente con los controles optimizados del juego. Si bien se podría notar stuttering ocasional, la experiencia general sigue siendo positiva.
Veredicto final del Prince of Persia: The Lost Crown Mobile
Prince of Persia: The Lost Crown no solo es una carta de amor al legado de la saga, sino también una muestra de cómo deben hacerse los juegos móviles premium. Equilibra muy bien la profundidad jugable con las necesidades de portabilidad y accesibilidad. No es perfecto, pero se acerca mucho a lo que podría considerarse un estándar ideal para el gaming móvil.
En un mercado plagado de experiencias pasajeras, The Lost Crown es un recordatorio de que aún se pueden contar grandes historias, con mecánicas sólidas y respeto por el jugador, desde la pantalla de un celular.

Lo Bueno
- Controles táctiles bien diseñados y soporte para mando externo.
- Rendimiento fluido incluso en dispositivos de gama media.
- Sin microtransacciones ni anuncios, se paga una vez y se juega completo.
- Diseño artístico atractivo y estilo visual coherente.
- Opciones de accesibilidad que facilitan la experiencia a distintos perfiles de jugador.
- Jugada offline disponible, ideal para jugar en cualquier parte.
Lo Malo
- No aprovecha toda la pantalla en algunos dispositivos (como iPads).
- Requiere al menos 4 GB de RAM, limitando su compatibilidad.